En la plaza vieja suenan tus versos,
como campanas que nunca olvidaron tu voz.
Sagunto te llevó en su pecho,
como bandera tejida con amor y rebelión.
Viniste de la tierra manchega,
pero aquí echaste raíces con palabra y gesto.
Fuiste luz de feria en galas solidarias,
voz de los que no tienen micro ni voto.
Tú que diste letras al Saguntino,
y pusiste aroma de jazmín en cada estrofa,
fuiste centinela de la memoria,
y espada sin filo que cortaba injusticias.
Nunca mordaza, siempre palabra.
Nunca silencio, siempre canto.
Con cada poema nos enseñaste
que la libertad no se negocia ni se vende.
Hoy Sagunto llora pero no se rinde,
porque tu eco queda en cada calle,
en cada mirada que sueña justicia
y en cada mano que abraza sin miedo.
Que descansen tus versos junto al río,
y el viento los lleve al castillo,
para que el alba sepa siempre
que Juan Picazo fue fuego sin olvido.